Es por ello que, para su colección de Sol de 2019, Adolfo Domínguez propone formas heredadas de los años 60 y 70 tanto para hombre como para mujer. Para ella las formas de pera y Lennon predominan sobre base plana en los modelos de metal. En acetato, la montura se torna más gruesa mientras que su forma se estiliza dando lugar a unas angulosas ‘Cat Eyes’ con ribetes de metal envolviendo la lente.
Todo resulta familiar y evoca al pasado, a la eternidad de algo que ha sido vivido entre nosotros durante generaciones y que vuelve renovado con materiales más resistentes. Los imborrables recuerdos del pasado siempre se pueden mejorar. Para él, se proponen modelos de metal en tres piezas. Máximo minimalismo donde el cromatismo de la lente toma el protagonismo y se funde con la piel de su portador. En modelos de acetato, las formas se tornan filos de poderosas líneas hexagonales y perfiles más altos y anchos.
En total, 24 modelos con tonalidades suaves que invitan a la calma y en las que predominan los colores de la tierra. Toda una declaración de intenciones en la que lo natural y lo de siempre busca imponerse ante las nuevas modas. Porque lo efímero no puede estar por encima del viejo y experimentado sentido común.